jueves, 7 de octubre de 2010

Pequeñas hadas...


Agárrate a mi mano y abandona la hojarasca que niega
tu existencia a los ojos de los hombres. Eres mágica,
como el halo transparente que persigue tu silueta en la
noche, dulce hada de los bosques, pero esa costumbre
tuya de ocultarte bajo las raíces centenarias de los robles
plateados, de mimitizar tu cara de luna, cada vez más triste,
con el lecho parduzco del sotobosque, impide que el fulgor
de tu alma lacustre brille ante sus ciegos ojos.

No te dejes derrumbar por el coqueto mecer de las amapolas,
impertinentes princesitas malcriadas, que contonean sus tallos
de cristal en un mar de trigo alfombrado.
¿Conoces acaso la fragilidad de su roja belleza?.
Basta un breve, un leve soplo de brisa y sus pétalos de seda se
desintegran en un suave rumor de tarde. Los niños las cortan
para ofrecer hermosos ramilletes a sus madres que los recogen,
amorosas, para olvidarlos segundos después sobre la mesa de la
cocina, las flores ya marchitas.

No llores el grácil revoloteo de las mariposas. En su lenguaje no
existe la palabra mañana.
¡Qué histérico te parecería su vuelo, si pensases en ello!
Su afanoso aleteo a ninguna parte, con su tiempo ya vencido.
¡Cuanta belleza vana!.

Tú eres profunda como el centro de la tierra. De ti nace el fuego
que, locos insconcientes, derrochan los volcanes.
Conoces el secreto del aroma de la tierra mojada. A ti se unen
los animales y los hombres en su viaje definitivo, porque de ti
nace cuanto está vivo. Tú, hada de los bosques, te confundes con
la tierra para darnos cobijo y, como la tierra, madre buena, abres
tus poros para alimentarnos. Eres hermosa como ella, porque de
ella adoptaste su fortaleza. Y te bañas, como ella, en la luna milenaria,
la q te dio el color de tus ojos, el brillo perdurable de tus cabellos.
Eres hermana del viento, el mismo viento que nos lleva tu voz para que
sepamos de ti. Eres la guardiana de los sueños de los niños, cuando
duermen tranquilos gozando renovadamente el día ya vivido.

No afanes, pues, la belleza frágil de las bellas sin fondo, sin contenido,
sin fortaleza, sin futuro. No te dejes llevar, como los necios hombres,
por vanas impresiones. Cuando ellas marchiten sus pétalos de seda,
cuando mueran al alba del siguiente día, tú perdurarás, hada de los bosques,
para seguir dándonos cobijo, y alimento, y sueños bellos para nuestros hijos.

... Miyu.

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