La cosa más divina de este mundo es vivir cada segundo
como si nunca más...
Cada vez que escucho esas palabras en la dulce voz de
María Creuza no puedo evitar ponerme de pie de un salto.
Es una cosigna, una bella consigna de vida!
No importa el cansancio, que el día haya sido duro o que
la cuenta corriente esté permanentemente en números
rojos, cuando tienes un hogar al que regresar.
No importa que la ciudad sea gris, cuando su cielo es azul
y el aire que la cruza limpio y fresco.
No importan las noches de insomnio, ni los momentos amagos
cuando ves que la gente que amas se sienta alrededor de tu
mesa.
No importa interrumpir estas líneas cada diez segundos porque
tus obligaciones te reclamen, no importa no haber tenido tiempo
de comer si llegaste a tiempo a tus obligaciones.
No importa recibir ofensas de quien ni siquiera se molestó en
conocerte, si quien te conoció quiso ser tu amigo.
No importa envejecer si estás bien contigo misma y con los demás.
Y... me entretengo sin recato al inmenso placer de, simplemente,
absorber el aroma de mis cosas, acompasar mi respiración a mis
pensamientos. Saboreo el momento de descalzarme, de andar con
los pies desnudos por el piso, de ver la ilusión de mis hijas al acer-
carse la Navidad, esperando recibir sus regalos.
Miro al cielo y aspiro... Glotona, todo el aire que me cabe en mis
pulmones acatarrados. Sonrío feliz al ver feliz a la gente que adoro,
en definitiva, trato de vivir intensamente lo que realmente es
importante, aquello por lo que lucho y son mi tesoro más preciado,
es lo que me devuelve la fe en el Mundo, aquello que, poco a poco,
va ganándole terreno a las Sombras.
Mi música, mis libros, mi vida sencilla, los apuros para llegar a final
de mes, el cielo azul de esta ciudad tan gris, mis hijas, mis sueños e
ilusiones, la brisa de la tarde, mis pies descalzos sobre el piso...
Esos pequeños momentos vividos tan intensamente que hacen que
todas las cosas sean divinas...
...Miyu.
0 comentarios:
Publicar un comentario