miércoles, 29 de septiembre de 2010

Erótico ...


En la caída de la tarde, los pájaros disminuían su cantar, y el cielo tomaba un tono anaranjado que sin saber por que, me recordaba a ti…Después de un largo día era grato pensar que en horas podría verte, y mientras pensaba en ello sonreía, pues de camino a casa, paré en una tienda que llamó imperativamente mi atención. Una vez dentro curiosee y observe todo en cuanto allí se ofrecía, y obtuve algo que sin duda te encantaría…
Llegue a casa con ganas de una ducha tibia, y mientras escogía la ropa que llevaría para nuestra cena, encendí el equipo de música, y me dirigí al baño. Desprenderme de la ropa era una sensación agradable y una vez desnudo, me introduje en la ducha. El agua tenía una temperatura ideal, y mi mente te trajo a mí en ese preciso momento. Te imaginé desnuda frente a mí, dándome la espalda, y mis manos recorrían con serenidad y excitación toda tu espalda, este único pensamiento respondió en mí cuerpo como una sacudida, y sentí como el aire entraba con dificultad através de mi garganta. Me sorprendí en la reacción que mi cuerpo siempre tenia al pensarte, y como me excitaba tan solo recrear una escena en mi imaginación. El agua seguía surcando a su placer toda la piel de mi cuerpo, y mis manos seguían calidas en esa imagen casi real de tenerte a mi lado, sentí un escalofrío que recorrió por completo mi cuerpo, y sentí la fuerza invisible de una mano que oprimía mi cuello dejándome apenas sin aliento.
Sentí el inexorable deseo de masturbarme, y comencé a deslizar mis manos por mi pecho, hasta llegar a mi pene, lo cubrí con mis manos y comencé a agitarlo suavemente, subiendo desde la base, y haciendo pequeños movimientos que circulares, tensaban así la piel y sentí como aumentaba su tamaño y dureza. Acrecenté  los movimientos, mi respiración se agitaba e incluso algunos gemidos podían escaparse por mi boca. Me excitaba pensar que en horas, serian tus manos quien me provocase un placer mayor aun del que estaba sintiendo en ese momento. Decidí repentinamente interrumpir la masturbación, quise hacerlo así, quise ir bien excitado a tu encuentro, y con muchísimas ganas de terminar contigo lo que había empezado, no fue tarea fácil, pero segundos antes de salir de la ducha me humedecí con agua casi helada, y ayudo a bajar la erección.
Al salir de la ducha el reloj marcaba las 20:32 H, quedaban apenas 3Omn para nuestra cita y comencé a vestirte mientras marcaba tu teléfono. Al responder la llamada, tu voz hizo que volviese la erección aun con más fuerza, pudiste notármelo en la voz, a lo que respondiste con un susurro:- Te espero con ansias…
Ya vestido y a punto de salir por la puerta, me acorde de aquello que compre en la tienda camino a casa, lo recogí, y me monte en el coche.
Llame al timbre, me abriste la puerta recorriéndome entero con tu mirada, mientras yo hacia exactamente lo mismo,-¡Estás preciosa!-dije; tú, sin mediar palabra me agarraste de la camisa tirando de mi hacia dentro de la casa, y con el pie cerraste la puerta. Apoyados en ella nos devoramos literalmente en un beso, y me oprimías con fuerza contra ti, mis manos rodearon tus caderas, y abrí paso entre tu pelo con mi boca,   rozando con mis labios la delicada y calida piel de tus hombros. La sensación era de autentica locura, nuestra respiración dejaba escapar algún que otro suspiro, y sentí enardecidamente como regresaba aquella erección que ya provocaba incluso dolor, un dolor agradablemente tormentoso… al besarte, tu lengua buscaba la mía con ambición  y deseo. Me acerqué para susurrarte al oído:-¡Traje un regalo para ti!, me respondiste en una corta distancia de mi boca, y tus ojos descifraban un lenguaje que yo conocía perfectamente. Metí la mano en el bolsillo interno de la chaqueta, y saque un paquete laboriosamente envuelto, me miraste con asombro y tirando de mi mano, me llevaste al sofá donde comenzaste a desenvolver la caja. Yo sonreía y deseaba que ya lo tuviera en su mano, por un momento me quede en silencio, con la mirada fija en sus manos…
Al descubrir lo que era, dejo escapar un susurro, un pequeño gemido y una corta sonrisa:-Hummm..... ¿que quieres hacer con esto, travieso? A lo que respondí sin pensarlo: Quiero que te lo pongas, y que dejes en mis manos el poder de darte placer a mi antojo.
El regalo no fue mas que un vibrador, una  especie de balín de reducido tamaño, que tenia como finalidad ser introducido en su vagina, con la maravillosa peculiaridad de tener un mando a distancia que yo debía poseer, al pulsar sus botones elegía una velocidad y un determinado tipo de vibración. Solo de pensarlo ya estaba excitado. Ella se levanto para sentarse sobre mis piernas, mordisqueaba mi cuello y sentía su respiración agitada, se que estaba muy excitaba, su forma de moverse sobre mi, me estaba enloqueciendo, cerca de mi cuello me dijo con un tono que vibro dentro de mi: -Estoy deseando tener esa cosita dentro de mi, y que seas tu quien manipule mi placer-. Acto seguido me levanté del sofá con ella encima de mí, ya no podía soportar tanta excitación, tanto deseo acumulado, y contra la pared sometida, comencé  a prácticamente  devorarla. Sus piernas me rodeaban las caderas y sus brazos abiertos hacían una figurada semiesfera en la pared, ella mordía con fuerza mi cuello, y yo sentía  como un poder brusco emergía desde lo mas hondo de mi ser, necesitaba meterme dentro suyo, embestirla con una fuerza dulcemente bestial. Quise retirarme un poco, para que pudiera quedarse en pie nuevamente, en un movimiento le di la vuelta a su cuerpo, y contra la pared y mi cuerpo, comencé a rozarme contra ella. Tiene una espalda tremendamente erótica, ¡me pierde el sentido!
 Con mis piernas abrí las suyas, y mis manos fueron directamente hacia su vagina, humm..... estaba húmeda y calida, con mis dedos hacía movimientos circulares sobre la tela de su ropa interior, y ella gemía de una forma que me volvía loco. Mientras ella se agitaba, yo daba bruscas sacudidas contra su cuerpo, me arrodille, y le quite sus braguitas, volví a incorporarme detrás de ella, e introduje dos dedos dentro de su sexo mientras mis labios besaban toda su espalda y daban pequeños mordiscos. Mis dedos hacían un movimiento dentro de ella (semejante al que se hace cuando llamas a alguien), en ese momento, introduje lentamente el vibrador por su vagina,y le gire el cuerpo para poder ver su cara, me pedía casi por favor que no parase, que necesitaba que la follase hasta hacerla correr. Se arrodilló y bajando mis pantalones, recorrió con su lengua todo mi pene, el sentir el calor de su lengua sobre la tela de mi ropa interior era una tortura.

  ... Dayu .

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