Hoy paseo en este inmenso jardín
de sonrisas. Como tú, diariamente,
no excluyo ni la voz ni el sinfín
del mundo. Río cada instante
como si fuera el último,
y el cielo se sigue contrayendo.
Puedo venerar a Alrisha
y en todo momento lo pretendo.
Forjadora de tu sensible rostro,
celosas Atenea y Artemisa.
No será posible con un verso
honorar la magia de tu Historia.
Solo, en las tardes, regreso
a mi presente bañando en tu voz
la totalidad de mi memoria.
Lento caminar el de los sueños.
Lento, y a la vez doloroso.
Como una selva vírgen explorada
más allá del odio deshonroso.
Vidas paralelas, en distintos lugares,
a veces infectados de hinojos,
que aplastaban la alegría y la risa
y forjaban torrentes de lágrimas y de ojos.
Tuétanos inútiles castigando lo asombroso.
Hiciste tanto por mi vida
que cualquier sinestesia que te escriba
siempre me parecerá poco.
Por eso quiso la tarde sentarse
en un recodo acuífero de Barcelona,
y ofrecerte este sencillo verso,
vertiendo mi amistad en un abrazo
inmanente, perenne y sonoro.
... Dayu .
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