martes, 28 de septiembre de 2010

No sé muy bien cuando empezó este invierno ...

No sé muy bien cuando empezó este invierno,
pero ya hace demasiado que dura.
Los ojos andan cansados de tanto gris en el cielo y en las almas.
El frío penetra hasta lo más profundo de las entrañas,
devora cuanto encuentra a su paso.

Es entonces cuando vienen a mi recuerdo todos los inviernos.
Es curioso, tengo muchos más recuerdos de inviernos largos
y tediosos, como este que me está reconcomiendo viva, que
de soleados veranos, primaveras suaves o acogedores otoños.
Me pregunto si habrá habido alguna primavera adolescente, 
algún verano de pasiones sin frenos, algún otoño de ternura
con que calmar esta desazón mía.

Cierro los ojos y mi mente se reproduce la imagen de todos
esos inviernos y así sucesivamente ...

Rebusco en el empolvado desván de mis recuerdos,
un tono amarillo, un fulgor verde, un destello rosa, una sonrisa
de rojo carmín, y al rato desisto, el polvo de ese desván es tan gris
como todo lo demás.

Pero no. De repete me asalta un recuerdo, un murmullo.
Me levanto del sillón como una exhalación y corro ...
Una voz desde mi interior me susurra en un clamor,
cierro los ojos y recuerdo , si recuerdo vagamente
esos pocos momentos de risas, esos q dejarón en mi este vago 
recuerdo de alegría ...

Es por supuesto, un día frío de invierno, un día gris.
Vuelvo a mi sillón, nuevamente entristecida.
Es el unico recuerdo bello que guardo y atesoro. 37 años
y sólo me aportaron esas vagas sonrisas, esas que guardo en mi baúl.

Recuerdo a ese hombre que creí amar como el hombre de las nieves,
un hombre de las nieves, malo, quisquilloso, regañon, frío como el hielo. 
Él, con aquella mezquina debilidad, impropia de un adulto, por hacerme la vida miserable,
por ridiculizar la tristeza de mis ojos, la sencillez de mis actos.
Odié mil y una veces a ese hombre por hacerme sentir tan pequeña.
Odié una y mil veces la palidez de mis mejillas, el halo negruzco de mis párpados.

Muchos años después, solo son recuerdos que por más que me empeño
en sacar de mi corazón, quedan ahí ...

Como cotrapartida, y de la misma manera que había devuelto a mi vida
la pesadilla de aquel hombre de las nieves, supongo que en alarde de mi miresicordia divina, dejó en mi vida huellas de alegría...

... Miyu

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